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14 feb 2023
Miguel Ángel Carretero lidera un proyecto que solicita a la Real Academia Española de la Lengua que incorpore en su Diccionario el adjetivo calificativo ‘enfermero-enfermera’, además de otras inclusiones en la definición del término.
¿Alguna vez os habéis parado a buscar el término ‘enfermera’ o ‘enfermero’ en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española? Si lo hacéis, podréis comprobar que, de momento, se trata de un término que viene recogido como sustantivo. Y decimos de momento porque Miguel Ángel Carretero, profesor y doctor en la Facultad de Enfermería, Fisioterapia y Podología de la Universidad Complutense de Madrid, lidera un proyecto que busca que la Real Academia Española incorpore en su Diccionario el adjetivo calificativo ‘enfermero-enfermera’, además de otras inclusiones en la definición del término.
“Muchas veces no nos fijamos, pero la ausencia de este adjetivo calificativo nos obliga a conectar dos términos con una preposición: por ejemplo ‘cuidado DE enfermería’, ‘diagnóstico DE enfermería’ o ‘dirección DE enfermería’”, explica Carretero, quien indica que debería decirse ‘cuidado enfermero’ o ‘diagnóstico enfermero’ pero para que eso ocurriese el Diccionario de la RAE debería contemplar el calificativo ‘enfermero-enfermera’.
Miguel Ángel Carretero añade además que “la definición que encontramos en dicho diccionario es bastante pobre” y propone modificarla.
Todo ese trabajo comenzó a inicios de 2018 y es ahora cuando el proyecto ha tomado su forma definitiva y se ha remitido ya a la RAE.
Durante todo este tiempo, Carretero y su equipo han recopilado gran cantidad de documentos como artículos de periódicos, revistas científicas, libros y tesis doctorales en los que se viene utilizando de forma espontánea dicho adjetivo calificativo. De esta forma ofrecen a la RAE pruebas de que la profesión utiliza habitual y permanentemente el calificativo en textos de autores de reconocido prestigio y en la práctica cotidiana.
El proyecto, avalado por el Decanato de la Facultad, ha estado fundamentado filológicamente por la Facultad de Filología de la Universidad Complutense de Madrid, por el doctor Jaime Peña Arce.
Una vez fundamentada la solicitud esencial con respecto a la incorporación del adjetivo calificativo ‘enfermero-a’ en la acepción ‘enfermero-a’ del DRAE, el equipo de Carretero propone ir un paso más allá y que los evaluadores de la RAE consideren modificar las dos acepciones de nuestra profesión, como son: ‘enfermero y enfermería’.
En este sentido, el proyecto detecta tres carencias esenciales que pueden ser fácilmente subsanadas: la falta de reconocimiento académico y legal para ejercer la profesión (esta falta de inclusión en el término puede inducir a pensar que cualquier persona dedicada a la asistencia de enfermos es un enfermero, algo claramente equivocado, ya que el enfermero desempeña una labor profesional especializada para la que necesita una formación universitaria previamente legalizada); la mencionada falta de la inclusión del adjetivo calificativo correspondiente; y la referencia a las especialidades enfermeras (la acepción no recoge las especialidades enfermeras reconocidas legislativa y académicamente).
Miguel Ángel Carretero aprovecha su encuentro con Enfermeras de Madrid para realizar dos peticiones. La primera, al Consejo General de Enfermería para que cree un comité lingüístico enfermero que configure los términos que nos atañen de una manera correcta y que los actualice de forma periódica y que, a la vez, asesore a los periodistas y escritores.
Y el segundo al resto de enfermeras y enfermeros para que “cuiden el lenguaje enfermero porque es el gran capital invisible que articula nuestra profesión”.
“De esta forma, la profesión enfermera logrará consolidarse y ofrecer una mejor imagen a la sociedad a la que sirve” concluye.
Miguel Ángel Carretero advierte que, “al margen de reflexiones filosóficas más profundas, podemos decir que el lenguaje crea la realidad, porque la configura, la articula, la moldea” y que “hasta que algo no es nombrado, parece no existir”.
Pone de relieve así la importancia del lenguaje que por un lado “es una mano amable que acaricia, consuela y anima, pero también puede ser un arma de poder, de manipulación y de distracción”.
El profesor universitario apunta que “si la palabra o la frase se repite muchas veces, acaba convirtiéndose en verdad, o al menos, aceptándose, normalizándose” y pone un ejemplo representativo: “se habla de ‘los médicos y las enfermeras’ como si se admitiera una relación jerárquica entre ellos, que en realidad no existe”.
Respecto a la denominación de la profesión, recuerda que en España los enfermeros han sufrido un tránsito muy tortuoso en su denominación, durante el pasado siglo, que ha dificultado la identidad profesional y el reconocimiento de la población.
Así, se les conoció como practicantes, matronas y enfermeras, ateeses, dues y por fin con la Reforma de Bolonia y los Grados universitarios “volvió la cordura” y volvieron a tener la misma denominación que hace un siglo: enfermeros.
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